DIOS Y YO
Los seres humanos somos sociables por naturaleza, es decir, necesitamos el uno del otro, contrario a lo que creen y piensan mucho. Y esto lo podemos mirar, por ejemplo, en la Biblia.
Si hacemos un recorrido por las paginas del libro de Genesis (el principio – origen), encontramos en los primeros capítulos que cuando Dios fue a hacer ayuda o compañía para el hombre, la primera declaración que hizo fue: “No es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea para él” y si Dios lo dice hay que prestarle atención. Primero, porque el no miente; segundo, el conoce todas las cosa y tercero, él siempre busca lo mejor para nosotros. La declaración anterior y sobre todo teniendo en cuenta quien la hace, nos permite afirmar, sin temor a equivocarnos, lo siguiente: el hombre es un ser sociable que no puede vivir, al menos no bien, sin el otro. No obstante, el hombre o mujer que pretende construir una vida devocional con el creador y sustentador de todas las cosas, tiene que tener claro que deberá apartar en su diario vivir, días y horas, para estar Asolas con Dios ya que no hay otra forma para construir una vida devocional con él. Es decir, en esta determinación, el ser humano debe tener claro que hay momentos en la vida cristiana, que el cristiano debe alejarse de la multitud para poder entrar en el Secreto de Dios.
El motivo de esta enseñanza titulada “Dios y yo (en el secreto de Dios)” es invitar a los creyentes a reflexionar sobre la importancia de equilibrar nuestra naturaleza sociable con la necesidad de tener una relación personal y profunda con Dios. Aunque estamos llamados a vivir en comunidad y necesitamos de los demás, es crucial que aprendamos a apartar momentos en los que podamos estar a solas con Dios. Solo así podremos fortalecer nuestra vida devocional, alejándonos de la multitud para entrar en la intimidad con el Creador, donde Él nos revela su voluntad y nos guía en nuestro caminar espiritual. Esta enseñanza busca inspirar a los cristianos a cultivar un tiempo especial de comunión con Dios, sin distracciones, para nutrir su fe y su relación con Él.