EL ORIGEN DE LA TENTACIÓN

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EL ORIGEN DE LA TENTACIÓN

EL ORIGEN DE LA TENTACIÓN

“Conociendo para vencer”

CITA BÍBLICA: 

Soportando las pruebas

12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

Santiago 1:-15

Introducción

La tentación es un impulso, ya sea interno o externo, que nos incita a actuar en contra de nuestros valores y principios. En el contexto bíblico, es considerada una prueba de autocontrol y fidelidad a Dios. Resistirla no solo fortalece nuestro carácter espiritual, sino que también reafirma nuestra relación con Dios. La Escritura nos enseña que, aunque la tentación puede ser poderosa, siempre hay una salida para vencerla.

La tentación tiene dos grandes clasificaciones: la tentación interna y la tentación externa. Cada una de ellas tiene sus propias características y formas de manifestarse, pero ambas tienen el mismo objetivo: apartarnos de nuestra fidelidad a Dios y afectar nuestra vida espiritual. Comprender estas clasificaciones nos permitirá prepararnos mejor para resistir y vencer las pruebas que enfrentamos en nuestra vida cristiana.

1.     La Tentación Interna

La tentación interna tiene su origen en la propia naturaleza humana y en los deseos desordenados del corazón. Es una batalla que se libra en nuestro interior, entre la carne y el espíritu.

 1.1  Tentación Proveniente de la Concupiscencia

Uno de los orígenes de la tentación proviene de nuestra propia naturaleza pecaminosa, conocida como concupiscencia. La Biblia nos advierte:

“Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” (Santiago 1:14-15).

Un ejemplo claro de esto es la caída de David en el pecado con Betsabé. Su deseo desordenado lo llevó a cometer adulterio y asesinato (2 Samuel 11:2-4). Para combatir la concupiscencia, es necesario desarrollar dominio propio, fortalecer nuestra comunión con Dios y mantener un estilo de vida basado en la obediencia a Su Palabra.

1.2  La Batalla Espiritual Interna

El apóstol Pablo describe esta lucha interna entre el deseo de hacer lo correcto y la tendencia pecaminosa de la carne:

“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” (Romanos 7:19)

Un claro ejemplo de esta lucha se observa en Pedro, quien en su corazón deseaba ser fiel a Jesús, pero por temor terminó negándolo tres veces (Mateo 26:69-75). Esta lucha es constante en la vida del creyente, pero el Espíritu Santo nos da el poder para vencer. La clave está en renovar nuestra mente con la Palabra de Dios y buscar la fortaleza en la oración y la comunión con Cristo.

2.     La Tentación Externa

La tentación externa proviene de influencias fuera de nosotros mismos y busca alejarnos de la voluntad de Dios. Se manifiesta principalmente a través de dos fuentes: Satanás y el mundo.

 2.1  Tentación Proveniente del Diablo

Satanás es el adversario del creyente y utiliza diversas estrategias para intentar desviarnos del camino de Dios. Un claro ejemplo de ello es la tentación de Jesús en el desierto:

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.” (Mateo 4:1-3).

Otro ejemplo es el intento de Satanás de tentar a Job, desafiando su fidelidad a Dios mediante la pérdida de sus bienes, su salud y su familia (Job 1:6-12). La clave para vencer la tentación diabólica es aferrarnos a la Palabra de Dios, tal como hizo Jesús, y usar la autoridad espiritual que se nos ha dado en Su nombre.

 2.2  Tentación Proveniente del Mundo

El mundo nos presenta placeres temporales y distracciones que pueden alejarnos de Dios. La Biblia nos exhorta a no apegarnos a los deseos mundanos:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17).

Un ejemplo bíblico de esta tentación es la vida de Demas, quien abandonó a Pablo “amando este mundo” (2 Timoteo 4:10). También se observa en la historia del joven rico, quien no quiso seguir a Jesús porque estaba demasiado apegado a sus riquezas (Marcos 10:17-22). Para evitar caer en esta tentación, es fundamental mantener una perspectiva eterna y vivir conforme a los principios del Reino de Dios.

CONCLUSIÓN

La tentación es una realidad en la vida del creyente y puede provenir de nuestra propia naturaleza (interna) o de fuerzas externas como Satanás y el mundo. Sin embargo, Dios nos ha dado las herramientas necesarias para vencerla. La oración, el ayuno, la lectura de la Palabra y la obediencia a Dios son nuestras principales armas espirituales.

Jesús nos dio el ejemplo de cómo resistir la tentación con firmeza y fe. Si nos mantenemos en comunión con Él, seremos fortalecidos y podremos superar cualquier prueba que se nos presente. Como está escrito:

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7)

Por tanto, sea cual sea la tentación que enfrentemos, debemos resistirla y vencerla en el nombre de Jesús, confiando en que Él nos dará la fuerza para permanecer fieles hasta el fin.

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